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El 17 de julio de 2010 los campesinos del oriente antioqueño celebraron el festival del agua en Cocorná. En realidad era una excusa para llamar la atención a la comunidad y las autoridades gubernamentales por el grave daño que se proyecta sobre esa región al querer entregar el agua para la construcción de centrales y microcentrales hidroeléctricas y también, seguramente, para apropiarse de las fuentes de agua pura que existen y venderla como negocio. Los campesinos no quieren vender sus tierras, ni salir del territorio; ellos abogan por la vida.


 
 Escrito por Olimpo Cárdenas Delgado 

Hasta el cansancio se ha dicho que el oriente antioqueño es una región muy rica en agua y que allí se genera el 35% de la energía eléctrica que consume el país. Como en todo el país, las veredas y cabeceras municipales que rodean las grandes explotaciones de recursos naturales, en este caso el agua, viven en medio de la pobreza y la falta de servicios de salud, educación, etc., aunque las famosas transferencias han llegado por años sin que la gente sepa qué se hace con ellas. La indolencia del Estado y el capital privado no puede ser mayor, su cinismo tampoco. Hoy vienen a decirle a la gente que necesitan sus ríos y sus tierras para inundarlas y que en esta oportunidad las cosas serán diferentes.

Fernando Madrigal es abogado de la Asociación Campesina de Antioquia, ACA, y miembro del Equipo Departamental de Servicios Públicos y Pobreza, él se dedicó a investigar lo que ocurre alrededor de los proyectos que se vienen gestionando en materia de centrales y microcentrales y esto fue lo que les contó a más de 600 campesinos y campesinas durante el festival del agua de Cocorná:

“En esta zona se pretende construir varias centrales y microcentrales hidroeléctricas, pero a nadie de la comunidad le han dicho en dónde, cuándo y por qué se van a construir. Hay que decir que una microcentral es un charco que va a generar hasta 9.9 MG de energía y que por lo “pequeño” no paga transferencias al municipio y no genera empleo, porque por mucho necesita para operar 2 o 3 trabajadores. Una Central hidroeléctrica es un charco más grande que produce más de 10 MG. En el año 2008 se planeó la construcción de 158 microcentrales hidroeléctricas en Antioquia, para ser entregados en 2011. 50 de esas microcentrales se van a construir en el Oriente Antioqueño. También se van a construir grandes centrales; se tiene pronosticado que serán más de 12 para esta región que comprende Granada, Cocorná, San Francisco, San Luís y San Carlos. Se calcula que se necesitan aproximadamente 50 mil hectáreas de tierras para inundarlas y esas tierras son de ustedes, de los campesinos”.
La empresa transnacional Integrales Ltda., que es una de las grandes constructoras que aspira a ganar concesiones y licencias, niega que les hayan expedido licencias ambientales para construir hidroeléctricas, pero la verdad es que ya están casi listas las licencias de porvenir 1 y porvenir 2. Están en trámite las licencias para una gran central de 700 MG entre Sonsón, Nariño y Argelia, que requiere 9000 hectáreas de tierra. Están los proyectos del río Tafetanes y San Matías, otra en donde desemboca el río Cocorná y el tafetanes; tres microcentrales en todo el ducto del río Santo Domingo, arrancando por el centro zonal La Vega; otra en cañón del Melcocho. Van a represar el río calderas a la altura de la autopista Medellín- Bogotá, desviando la autopista cerca de 25 km. Porvenir 1 inundaría cerca de  5100 has. del municipio de San Francisco y porvenir 2500 has. de San Luís.

“Es bueno recordar- plantea Fernando- que la idea de convertir al Oriente Antioqueño en el mayor productor de energía se planeó hace más de 20 años. Pero en ese entonces el gran problema era la insurgencia y por ello no podían inspeccionar, ni analizar esos territorios. Después de que llevaron la guerra y desplazaron a más de 150 mil campesinos del Oriente Antioqueño y sacaron a la guerrilla, pudieron realizar sus planes y eso nos explica lo que sucedió con esta región y lo que está pasando ahora. La pregunta es, si los grandes proyectos que se han construido hasta ahora en el Oriente Antioqueño les han servido a los campesinos para mejorar su calidad de vida. La respuesta es que no y los ejemplos abundan; pero el más claro es el del municipio de San Carlos en donde se construyó la hidroeléctrica más grande del país y la que mayor energía produce y por tanto la que más transferencias recibe. La administración municipal viene recibiendo transferencias desde hace 15 años, sin embargo ese municipio tiene veredas a donde no llega el servicio eléctrico; más del 70% de sus pobladores fueron desplazados y decenas asesinados, y los que quedaron viven en extrema pobreza. Estos proyectos van encaminados a generar plata para las grandes empresas”.
Y continúa Fernando: “Hay que decir que la propuesta de construir microcentrales se pensó en un primer momento para resolver el problema de fluido eléctrico de pequeñas poblaciones pobres y rurales; pero a los empresarios y al Estado no les sonó el tema porque no producía ganancias. Ahora, cuando llega Luís Alfredo Ramos Botero a la gobernación de Antioquia, las microcentrales, misteriosamente, cobran un auge; es que ahora sí son un gran negocio, y no para resolver necesidades de los campesinos sino para producir energía con miras a la exportación y para venderla en la bolsa de energía a las grandes empresas. Entonces se crea la empresa de generación de energía de Antioquia, EMGEA, cuyos dueños son el IDEA, la Gobernación de Antioquia, la Sociedad de Ingenieros de Antioquia y la Cámara Colombiana de Infraestructura; allí hay familiares y amigos del gobernador Ramos. Es claro que a ellos no les interesa el daño que puedan causar al territorio sino el inmenso negocio que moverá miles de millones de dólares”.

Y existen más problemas. Cuando se inunda el territorio para producir energía, las tierras entran en un proceso de enfriamiento, lo que impide la actividad agropecuaria. Quienes aprovechan esas tierras son los más ricos, para construir costosas fincas de recreo. La gente será desplazada de cualquier forma, expropiándolos o presionándolos con los altos impuestos que generan tierras en medio del turismo. Además, los campesinos de esta zona son minifundistas, la mayoría tienen de 1 a 10 hectáreas de tierra, para estos proyectos se tiene calculado que cada hectárea la van a pagar entre un millón quinientos y dos millones de pesos. ¿Qué van a hacer con veinte millones, si mucho, en la ciudad o en la cabecera municipal? Si a este panorama le agregamos que vienen una cantidad de proyectos de minería, significa que cerca de la mitad de la población del oriente de Antioquia saldrán del territorio, nuevamente.

Tomado de: http://www.periferiaprensa.org/

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